¿Qué es el nervio óptico?
El nervio óptico es el encargado de llevar la información visual recogida en cada uno de los ojos hasta el cerebro, el cual procesa dicha información y la interpreta como una imagen. Es una parte fundamental de la vía visual porque aunque el ojo estuviera en perfecto estado, si el nervio óptico falla y no transmite la información visual al cerebro, no podríamos reconocer la imagen que estuviéramos viendo.
¿Qué es la neuritis óptica?
La neuritis óptica es la inflamación, la hinchazón del nervio óptico. La inflamación puede producirse en la parte delantera del nervio, lo que conocemos como como papilitis o neuritis óptica anterior, o en la parte posterior, en cuyo caso se la denomina neuritis óptica retrobulbar.
¿Cuáles son las causas de una neuritis óptica?
Se puede producir por muchas causas. Una de las formas más frecuentes son las enfermedades desmielinizantes que alteran la capa que lo recubre, llamada vaina de mielina, como ocurre en la esclerosis múltiple.
También puede presentarse en el desarrollo de enfermedades autoinmunes como el Lupus eritematoso, sarcoidosis, enfermedad de Behcet , en enfermedades infecciosas como la sífilis, enfermedad de Lyme, tuberculosis, varicela, sarampión, menigitis y la encefalitis, así como por tóxicos como el methanol o el etambutol, tumores y traumatismos.
En otras ocasiones la inflamación del nervio óptico es secundaria a la falta de riego sanguíneo en el nervio óptico. Esta falta de aporte sanguíneo puede dar lugar a lo que conocemos como neuropatia optica isquemica.
Y finalmente, a veces no se encuentra causa aparente de la neuritis optica, constituyendo lo que conocemos como neuritis óptica idiopática.
¿Qué síntomas produce la neuritis óptica?
El síntoma más común es la pérdida de visión: se puede experimentar visión borrosa, visión oscurecida (como si hubiera menos iluminación o menos brillo), como si faltara un trozo de visión (por el centro o por los lados) o se viera “una mancha fija” en el campo visual.
Esta pérdida visual suele ocurrir de manera brusca y no mejora con ninguna graduación de gafas.
Otros síntomas frecuentes son dolor en el ojo o detrás del ojo, sobre todo al moverlo, una visión atenuada de los colores (muchos pacientes lo explican como si los colores fueran “menos vivos”), la aparición de flashes o destellos luminosos y cambios en la forma como la pupila reacciona a la luz.
Algunos pacientes notan visión borrosa u oscurecida durante unos minutos (o hasta una hora) cuando hace mucho calor o después de hacer ejercicio o ducharse con agua caliente (es el llamado fenómeno de Uhthoff).
¿Cómo se diagnostica la neuritis óptica?
Dado que el ojo presenta una apariencia normal, el diagnóstico en ocasiones puede ser difícil de realizar en un primer momento. Por ello, es fundamental tener en cuenta por una parte los síntomas y signos clínicos oculares actuales del paciente y la progresión que han tenido desde su comienzo, así como conocer todas las enfermedades generales pasadas o presentes u otros antecedentes (dieta, consumo de tóxicos,) que puedan tener relevancia para arrojar luz sobre el problema ocular.
En todos los casos se deberá realizar una exploración oftalmológica completa que incluya la medición de la agudeza visual, los reflejos pupilares, la vision de los colores, el fondo del ojo, la campimetría, la OCT del nervio óptico…., así como pruebas diagnosticas de imagen tales como la resonancia magnética craneal, y en ocasiones la radiografía de tórax y analítica sanguínea.
¿Cómo se puede tratar la neuritis óptica?
Afortunadamente, en una gran mayoría de pacientes la visión va a mejorar considerablemente, se realice o no tratamiento.
En los casos de “neuritis óptica típica”, se ha demostrado que el tratamiento con corticoides acelera la recuperación, pero la visión final que quedará va a ser la misma, tanto si se administran corticoides, como si no. Es decir, con corticoides el nervio se desinflamará más rápido, pero la visión va a llegar al mismo punto con o sin ellos.
Los casos de “neuritis óptica atípica” pueden requerir tratamiento con corticoides a altas dosis, antibióticos u otros fármacos, dependiendo del caso concreto y de la enfermedad que la produzca.